Tenía que ser. Javier Duarte volvió a ser el peor gobernador, el que desvía recursos, el que no justifica en qué se gasta el dinero, el que es obligado a devolver partidas al gobierno federal, el que está a punto de que le apliquen una sanción.

Lo pilló la Auditoría Superior de la Federación, que halló por lo menos nueve mil millones de pesos que le depositó en sus cuentas, pero que el gobierno de Veracruz no ha podido justificar en qué los gastó.

De esos nueve mil millones, ya devolvió dos mil. Pero los otros siete mil millones tendrán que regresar al gobierno federal si no solventa las observaciones de la ASF.

El resultado de las auditorías correspondientes a 2013 son escandalosas y representan un descrédito gravísimo. Los recursos llegaron pero no se sabe en qué lo gastaron, si realmente lo gastaron y, peor todavía, si alguien del gabinete duartista o mismo Javier Duarte se lo robaron.

Los funcionarios del gobierno veracruzano aseguran que se van a solventar todas las observaciones, pero por lo pronto dos mil millones ya tuvieron que regresar al erario federal.

Del total auditado en el país, Veracruz fue el peor estado con un 17 por ciento del dinero que remitió el gobierno federal pero que no pudo ser justificado porque las obras no se realizaron o carecían de documentación fehaciente para su comprobación. O sea, los soportes contables no se ajustaron a lo que la ley indica.

Como siempre, la fuga de recursos está en educación y salud. Ahí se manejan grandes partidas y cada año ocurre lo mismo. El gobierno estatal no hace las obras, las hace pero no tiene documentos comprobatorios, no se ajusta a los términos en que se establecen las licitaciones, los asignan de manera discrecional o simplemente se roban los recursos.

Gran parte de esos siete mil millones aún por aclarar, fueron manejados por dos de los principales amigos del gobernador Javier Duarte: Gabriel Deantes y Edgar Spinoso Carrera, a quienes tuvo que correr de la Secretaría de Finanzas y de la de Educación por el escándalo y porque no había como defenderlos

El asunto se volvió el tema de todos cuando el presidente de la Fundación Mexicanos Primero, Claudio X. González Guajardo, llegó a Veracruz, en marzo de 2014, y dijo que en 2010 y 2011 hubo un mal manejo de los recursos aportados por la Federación para el renglón educativo. Se refería al último año de Fidel Herrera y al primero de Duarte.

“Perdón que diga esto, me puede. Veracruz es el número uno en irregularidades en el uso de los recursos públicos para la educación en el año 2010 y 2011. No sé si el problema es el más grande, que en otros lados”, señaló el empresario.

Luego le dijo a la subsecretaria de Educación, Xóchitl Adela Osorio Martínez: “6 mil millones de pesos en dos años. Maestra Xóchitl qué haría usted con 6 mil millones de pesos: maravillas verdad. Ni nos imaginamos esa cifra. Esa cifra que se perdió aquí es un chorro”.

Sopas. Que se le viene el mundo encima al gobernador pues quien hacía la denuncia es uno de los más influyentes en el medio empresarial y también es el artífice de la reforma educativa de Enrique Peña Nieto. Duarte y su gobierno patalearon. Acusaron a Claudio X. González de estar desinformado, de haber sido sorprendido y expresaron que en breve tiempo se aclararía el destino de los recursos federales para la educación.

No se aclaró nada. Deantes y Spinoso se fueron una temporada entre versiones periodísticas que apuntaban a una supuesta investigación judicial y que serían denunciados. Qué va. Los guardaron un rato y volvieron con las uñas más afiladas.

Hurgar en el dictamen de la ASF permite encontrar un mundo de corrupción. La auditoría practicada a Veracruz se aplicó sobre 41 mil millones de pesos y el boquete financiero es alarmante.

Así como el dinero para educación desapareció, lo mismo ocurrió con el sector salud. Algunos hospitales ya están pagados pero sólo se puso la primera piedra y de ahí no se volvió a saber de ellos; otros se hicieron pero no se equiparon, aunque el reporte oficial dice que se les dotó de todo el equipo médico; unos más están soportados con documentación que no reúne los requisitos de ley.

El cochinero está en todo. La auditoría 2013 deja al descubierto la clase de ratas que gobiernan junto con Javier Duarte. Los principales señalados son Deantes, que ahora es secretario de Trabajo, y Spinoso Carrera, quien es candidato a diputado federal por Martínez de la Torre. O sea, lejos de castigarlos, los premia el gobernador.

Año con año es lo mismo. Javier Duarte no pasa las auditorías de la ASF. Tiene que devolver recursos, o se trenza en alegatos para que le admitan la documentación que sirve de soporte a las obras. Pero hay otros recursos que supuestamente aplicó pero no lo puede comprobar.

Es el peor gobernador en transparencia y aplicación de recursos federales. Así ha sido y el próximo año la historia se volverá a repetir.

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