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Arturo Reyes Isidoro

Prosa Aprisa

Fidel, ¿un nuevo mito?

02/03/2010 06:34 p.m.

Entre tantas consideraciones de los especialistas sobre una definición del mito, la mayoría coincide en que siempre es el relato de una creación: se narra cómo algo ha sido producido, ha comenzado a ser.

Me he interesado por este tema porque tal pareciera que los panistas y algunos columnistas se empeñan en hacer de Fidel Herrera Beltrán un mito: todo lo que ocurre para mal o contra los panistas o contra opositores a su gobierno o a su proyecto político se lo atribuyen, esto es, le atribuyen poderes que podrían considerarse hasta sobrenaturales por el alcance que les dan.

El último personaje  veracruzano al que se le atribuían también cualidades extraordinarias al grado de que se le elevó a la condición de ídolo fue don Fernando Gutiérrez Barrios, al que incluso se le bautizó y era conocido como el “hombre leyenda”.

Y la leyenda que se creó sobre el ex gobernador y ex secretario de Gobernación tenía su base en la creencia, no discutida y aceptada por todos, de que era el hombre mejor informado de México –así se repetía– por el manejo de los asuntos de seguridad interna que había tenido dentro de los gobiernos priistas.

Gutiérrez Barrios, de acuerdo al aura del que se le rodeó, habría sabido la vida y milagros de prácticamente todos los mexicanos, pero en especial de los políticos habidos y por haber porque presuntamente poseía un archivo donde los tenía a todos fichados.

A don Fernando se le atribuían lo mismo dones divinos que poderes maléficos, en especial los militantes de la izquierda lo glorificaban por la protección y apoyo que le dio a Fidel Castro gracias a lo cual pudo embarcar en Tuxpan para ir a hacer la revolución a Cuba, pero también lo demonizaban porque presuntamente habría tenido que ver con la tortura y desaparición de muchos activistas de grupos subversivos.

Los testimonios ciertos que se tienen es que era un hombre que dialogaba respetuosamente con todos, como lo hizo con doña Rosario Ibarra de Piedra, o que incluso protegía y acogía a disidentes latinoamericanos perseguidos en sus países, en especial de América del Sur.

Aquí mismo en Veracruz, cuando vino como gobernador, aunque nunca se dijo públicamente traía o le trabajaban desde la Ciudad de México algunos hombres pensantes del cono sur que se habían refugiado en nuestro país con su ayuda.

Tuve el verdadero honor de trabajar en su staff de prensa durante su campaña política y luego ya en el gobierno y lo conocí y supe que era un hombre respetuoso pero cordial, atento, generoso, que nunca desconocía (ya como secretario de Gobernación algún día me vio entre una multitud en un acto político en la capital del país y para mi sorpresa no sólo me reconoció sino que con toda sencillez y hasta calidez se podría decir se acercó a saludarme) pero al que, por la leyenda que le habían creado, cuando, por ejemplo, en el ejercicio de su gobierno en Xalapa miraba fijo y de frente a alguien con quien hablaba, enseguida se interpretaba como que con la sola vista le estaba dando una orden y hasta amenazándolo.

Ahora es a Fidel a quien le atribuyen poderes tales que, en la mentalidad de ya muchas personas, políticos y columnistas, prácticamente mueve hasta las hojas de los árboles a su antojo y en especial si es con el propósito de deshacerse de sus enemigos políticos o de ganar cualquier batalla electoral. De ese tamaño.

Por ejemplo, en el pasado reciente se propagó la especie de que él no sólo alentaba sino que hasta financiaba económicamente a un precandidato panista cordobés a la gubernatura con tal de impedir la nominación de otro, como si el panismo de cepa estuviera a sus órdenes. Ya mero.

En los hechos se vio que en realidad esa no fue más que una maniobra urdida por intereses ahora ya conocidos y muy bien identificados para justificar una imposición, un dedazo, un centralazo, un pastelazo, diciendo  que había que actuar con rapidez, ya no esperar a la convención estatal sino decidir en México y desde ahí imponer al candidato porque Fidel Herrera estaba tratando de influir en el proceso blanquiazul. ¡Santos yunques!

Que si por el pésimo trabajo, la mala calidad de las obras del alcalde panista de Boca del Río una marejada derribó de un golpe un bulevar costero en construcción, también porque Fidel mandó a agitar el mar con más fuerza de lo normal cual Neptuno enfurecido. 

Otro sanbenito que se le atribuye es que el gobernador de Veracruz también estaba atrás y financiaba una campaña promocional de una marca de café y que incluso habría comprado quién sabe cuántas toneladas de ese producto para incluirlo en las despensas del DIF Estatal.

Que si la izquierda veracruzana y Convergencia no hicieron alianzas con el panismo, también Fidel fue el causante a base de cañonazos de dinero.

Lo último: que Fidel también está atrás de la actitud y la carta virulenta de un ex dirigente nacional panista en contra de la imposición presidencial –o de la pareja presidencial– del candidato blanquiazul al gobierno del estado, ¡pero también de toda la prensa nacional y de prestigiados columnistas que se han ocupado del caso!
No cabe duda. Fidel va que vuela para mito como una creación del panismo veracruzano. Se ve que no los deja dormir o que cuando lo logran, lo sueñan.


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