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Marco A² Yamada

Las Cosas Como Son

Discriminando a las señoras de colonias

13/03/2015 08:47 a.m.
Uta. Qué jijo se vio Joaquín Caballero Rosiñol. Y también su señora, Cristina Cházaro. Miren que discriminar a las mujeres de colonias es un pecado político y una fregadera que no tiene nombre.
 
Déjenme que me desahogue. Se trataba de festejar a las féminas en el Día Internacional de la Mujer y por eso se les convocó a convivir con las autoridades, a compartir, como dirían los estirados de la sección de sociales, el pan y la sal, y a ser reconocidas por su trabajo.
 
Se supone que Caballero es un caballero. O cuando menos les encantan las señoras y señoritas porque, se sabe, es un ojo alegre consumado.
 
Pero como es festejo internacional, echó la casa por la ventana. Y ahí, a su lado, la ñora Cristina, que es la cara amable del gobierno, la esposa del presidente municipal de Coatzacoalcos.
 
Ella y él convocaron a las señoras de colonias. Pero no a cualquiera. A las señoras que hablan y hacen gestiones por los demás, las que piden que rellenen una calle, que tapen las pozas de agua, que les lleven escombro, que les surtan medicina, que les impermeabilicen una escuela.
 
Ellas, las promotoras, son parte integral en la estructura de poder. Son promotoras en cada colonia pero su trabajo de gestión es a favor del PRI. Ellas piden y logran beneficios pero lo hacen porque son priistas y a la postre esa ayuda se traduce en votos para el PRI.
 
Por eso las agasajan los alcaldes y Caballero no fue la excepción. Se reunió con las abejitas que mantienen sólido el panal. Ahí estaba la abeja reina, Cristina Cházaro, y el zángano, Joaquín, que tiene que tener contenta a la abeja reina para que el panal siga produciendo miel. Uta, qué retórica tan naturista me aventé.
 
Pues el martes 10 se festejaba a la mujer y aquello pintaba chido. Hubo rifas, todas salieron con regalos, pancita llena, comida para todas.
 
¿El menú? Ah sí. Huevitos con frijolitos, platanitos rellenos y refresco. Así, sobrio pa’ que no se engolosinen ni se acostumbren a otros platillos, no vaya a ser que se indigesten.
 
Acudieron mil 500 mujeres, todas de colonias proletarias, al salón Premier, el célebre Premier que se usa para el populacho, los de abajo, nuestras raíces pero que son usadas como gestoras de servicios municipales y obras para luego cobrar el favor con el apoyo al partido tricolor.
 
Y no hubiera purrúm, de no ser porque dos días después el reconocimiento se lo llevaron cuatro damas, cada una en lo suyo, a quienes se les catalogó como las Grandes Mujeres de Nuestra Sociedad.
 
El jueves fue otra cosas. Las Grandes Mujeres de Nuestra Sociedad son cuatro: Mary Sam, Teresa Kato de Valdés, la monja Rosa Polo y la empresaria Patricia Moya viuda de Figueroa.
 
A ver. ¿Por qué son las “Grandes Mujeres de Nuestra Sociedad”? ¿Cuál es el mérito que distingue a estas damas? ¿Es justo o no el reconocimiento que se les da?
 
Mary Sam es propietaria de un restaurant, Los Piquitos, uno de los más caros de Coatzacoalcos, a los que sólo tienen acceso los ricardos, la gente adinerada, pues sus precios son un insulto a los de la prole.
 
Mary Sam tiene una fundación. Cada año paga las fianzas de los reos que ya pueden obtener su libertad anticipada en términos de ley. Pero fuera de eso no le ha dado nada a Coatzacoalcos.
 
Teresa Kato de Valdés es empresaria. Tiene un negocio de partes eléctricas y ha presidido un patronato para mantener limpio y arreglado un panteón.
 
La monja Teresa Polo es de origen español y tiene a su cargo el asilo de ancianos adyacente a la parroquia del Perpetuo Socorro.
 
Patricia Moya es concesionaria de la automotriz Keenworth y su único reconocimiento es porque vende un chingo de vehículos, con obvias utilidades para ella, pero que no se sabe que con ellas haya hecho algo por Coatzacoalcos.
 
Salvo la monja Rosa Polo, las otras señoras no tienen mérito alguno. Pero son de la clase adinerada y ese es el círculo social en que se mueve el alcalde Joaquín Caballero Rosiñol.
 
A ellas les entregaron su reconocimiento en el Centro de Convenciones. El menú fue profiteroles rellenos de crema pastelera, brownie, cupcakes, brochetas, filete, tartaletas de durazno. Uyuyuy. De relamerse los bigotes. A todo lujo y mejor sabor.
 
Ven el contraste. Para las promotoras del PRI, el Premier, huevitos con frijolitos, y para las del jet-set el Centro de Convenciones, suculentas carnes, postres gourmet y lujo por todas partes.
 
Qué jijo se vio Caballero y su esposa también. Eso fue un acto de discriminación. Discriminación a propósito del Día Internacional de la Mujer.
 
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