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Arturo Reyes Isidoro

Prosa Aprisa

Coatzacoalcos, un infierno

20/01/2016 11:02 a.m.

En un encuentro amistoso que sostuvo ayer con columnistas y directivos de medios de comunicación de la capital del estado, el aspirante del PRI a la gubernatura de Veracruz, senador Héctor Yunes Landa, se hizo acompañar por el diputado local, también priísta, Ricardo Ahued Bardahuil; don Ricardo, como suelen llamarlo los colonos de Xalapa con quienes se reúne, goza de muy buena imagen y aceptación tanto en la ciudad sede de los poderes de la entidad como en varias regiones del estado, gracias a sus acciones y expresiones de honestidad y congruencia acorde con la investidura de representante popular que ha ostentado.

La última muestra de esto fue el video que inundó las redes sociales en la Navidad pasada donde se aprecia a Ahued desde la tribuna del Congreso local expresando (fue el único priísta) su rechazo y vergüenza por el desalojo que el Gobierno del Estado hizo de los jubilados y pensionados en el centro de Xalapa. Así que bien por el aun senador Yunes Landa, porque este tipo de personajes abona a su buena imagen y a que logre su propósito de ser el próximo gobernador de Veracruz.

A propósito, tuit ayer de Alberto Silva Ramos: “Agradezco a @HectorYunes la invitación a desayunar hoy en su hogar, con inclusión vamos a ganar. Estamos listos!”

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Mostraron músculo los aspirantes independientes a diputados locales de la corriente de Gerardo Buganza Salmerón que se registraron ayer ante el Organismo Público Local Electoral. Serán una opción para los ciudadanos si los partidos políticos postulan a malos candidatos. “Ustedes van a hacer historia en sus distritos; vamos a hacer historia juntos”, les dijo el cordobés. Podría ser, por qué no.

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Como cada fin de año, en diciembre, hace menos de un mes, viajé a Coatzacoalcos, donde vive la mayor parte de mi familia. La mía es de clase media media y media baja, como casi todas las familias mexicanas.

Por deformación profesional, a donde quiera que voy sigo el principio de que en donde hay un reportero hay una noticia. Esto es, no me puedo sustraer a mi condición de periodista y siempre pregunto, curioseo y quiero saber qué pasa.

Porque me gusta hacerlo a donde quiera que voy, siempre ando a ras de tierra, o sea, camino, viajo, no voy en plan de turista (al turista lo llevan en grupo sólo a donde quieren llevarlo), y luego voy a parar a los lugares más inesperados, con un valioso agregado: hablo con los nativos, con la gente del lugar.

En el antiguo Puerto México, a diferencia de otros años, esta vez regresé a Xalapa verdaderamente preocupado –por no decir que asustado– por lo que está pasando allá y por el riesgo al que está expuesta todos los días, a cualquier hora del día, toda mi familia.


Estando allá, cómo me acordé de Carlos Vasconcelos, dirigente de obreros y trabajadores del sur (hombre muy querido, por cierto, por su altruismo), quien siempre que platicamos me comenta con preocupación el problema de la falta de agua ya ni siquiera potable sino para las necesidades más elementales.

Me acordé de él porque en pleno invierno aunque en la costa siempre hace calor, en la colonia Hernández Ochoa, donde vive uno de mis familiares, me topé con la novedad de que no había, no caía agua. Me comentó que el problema se presenta con regularidad (ahora mismo el cierre que hubo de la presa Yuribia confirma su preocupación).

Pero siendo grave el problema, esta vez no fue lo más preocupante que escuché. Coatzacoalcos, la tierra donde nací, la tierra de la esposa del gobernador Javier Duarte de Ochoa, es hoy tierra de nadie pues la delincuencia está totalmente fuera de control y el índice de delitos es más grave de lo que se piensa aunque todo lo ocultan las autoridades.

Casi no hubo nadie con quien yo hablara que no me platicara una experiencia personal o me informara de que el familiar, el amigo, el  compañero de trabajo, la conocida, así como personajes públicos, han sido víctimas de la delincuencia en sus diversas modalidades.

Por ejemplo, a un primo mío, que ha hecho un modesto patrimonio luego de tantos años de trabajo, apenas hace días cuando se disponía a guardar su camioneta en el garaje de su casa, al abrir el portón se le colaron dos delincuentes, que casi lo mataron: lo dejaron casi asfixiado con una bolsa sobre la cabeza. No pudo hablar muchos días y apenas se recupera.


Pero lo dejaron cuando les entregó la camioneta con todo y escrituras y les ofreció que se llevaran todo lo que quisieran pero que le permitieran vivir. Lo abandonaron moribundo. Como ése, un día hubo 17 robos más, en un solo día.

Hoy todos los profesionistas han terminado por quitar los letreros que los anunciaba como médicos, abogados, contadores, etc. El que no ha sido secuestrado ha sido extorsionado, cuando mejor les ha ido, pues a otros han terminado por asesinarlos.

Las extorsiones telefónicas son el pan nuestro de cada día, y, algo que parece increíble, ya adentro de los mismos supermercados no sólo asaltan sino que de ahí sacan a las señoras que van de compras y no las sueltan hasta que gastan todo lo que tengan en sus tarjetas de crédito o se agoten el límite de las tarjetas de los propios súpers.

La prensa diaria ha venido reseñando algunos hechos como la muerte del prefecto dueño de un negocio de memelas que quiso evitar el secuestro de su hija. Lo mataron, se la llevaron y la soltaron luego de pagar el rescate. O del señor que descubrió que un ratero se había metido a su casa y éste terminó por asesinarlo a machetazos. El recuento es largo.


Esta vez también me sorprendió que a unos familiares míos que año con año han venido participando en una caja de ahorro, por primera vez en muchos, pero muchos años, no les pagaron a tiempo. La causa: que les pegó igualmente la falta de pago del Gobierno del Estado a pensionados y jubilados y el retraso en el pago a muchos de sus trabajadores. Muchos, muy cumplidos siempre, no pudieron dar lo que les correspondía. Aún no acaban de entregar a cada ahorrador lo que les toca.


Familias amigas mías han tenido que dejar la ciudad en forma temporal o permanente ante la terrible situación de inseguridad y otras han optado por vender a través de las agencias de autos vehículos de valor considerable antes de que sean víctimas e incluso paguen con sus vidas. Allá se ha acuñado la frase: si quieres morir, ven a Coatzacoalcos. Duro pero cierto.

Habrá que agregar el despido de trabajadores de Pemex y de las empresas petroquímicas, entre tantas calamidades que padecen mis sufridos paisanos incluida mi familia.

Era ineludible que platicara con mis familiares, a los que por supuesto creo a pie juntillas, sobre qué piensa el resto de la población o qué opina sobre sus gobernantes. Varios de ellos, activistas del PRI por convicción o porque en en sus trabajos los obligan, me dijeron lo que resulta normal: nadie quiere saber nada del PRI y me vaticinaron con toda seguridad que en la próxima elección el tricolor va a perder, pongan a quien pongan de candidato (los mejor posicionados por el PRI son Guadalupe “Lupita” Félix de Theurel,  Víctor Rodríguez Gallegos y Jesús Moreno).

Me confiaron: cuando viaja el gobernador a la ciudad invitan a los colonos a que vayan a hacer bulto a sus actos. Antes asistían de buena gana. Ahora se niegan. Asisten sólo los que están muy comprometidos. Las críticas para el gobernante son implacables. Allá, me dicen, los electores van a ir a votar por el candidato o la candidata que postule Morena. La derrota para el PRI está cantada. Cualquier candidato del Palacio de Gobierno y del PRI es y será visto como la continuación y la continuidad de más de lo mismo, y que si llegan a ser postulados recibirán el voto de castigo popular.

Y para quienes no tenemos avión o helicóptero para viajar y tenemos que hacerlo por la mal llamada autopista La Tinaja-Coatzacoalcos, está hecha un asco, destrozada en muchos tramos, lo que en las noches sirve para que lo asalten a uno. Quienes ya lo sabemos, siempre viajamos de día. Pero no hay autoridad estatal que gestione y procure el buen estado de la carretera y que nos den un buen servicio de acuerdo a lo que pagamos, en promedio mil pesos, o un poco más, de ida y vuelta. Nadie se preocupa, a nadie le interesa. No se ve gobierno, ni federal ni estatal. Coatzacoalcos ha sido dejado sólo a la buena mano de Dios. Alguien tiene que hacer algo.



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