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Arturo Reyes Isidoro

Prosa Aprisa

La Paquita del Barrio del Poder Judicial

19/08/2010 09:24 p.m.
Un representante de Dios, el arzobispo de Guadalajara, Juan Sandoval Íñiguez, condena  la validación constitucional de los matrimonios gay y la posibilidad de adopción y le revira a un reportero cuando le pregunta sobre  el tema: “Es una aberración (...) ¿A ustedes les gustaría que los adopten una pareja de maricones o lesbianas?”. Una representante del Poder Judicial de Veracruz, la magistrada Yolanda Cecilia Castañeda Palmeros, ya se le había adelantado con eso de usar un lenguaje que, la verdad, no sé por qué le llaman florido, acaso por los matices,  cuando dijo que actualmente cualquier “pendejo” puede ser magistrado.

¡¿Pero qué nos pasa?!

Relativamente todavía no hace mucho era impensable que escucharíamos tales dicterios en boca de quienes se supone son unos verdaderos personajes, ilustres además, ¡Jesús!, uno nada menos que representante de El Señor en la Tierra y la otra ¡una mujer!, o sea, unos dechados de virtudes. Ya me imagino cómo están los puristas del lenguaje, pero también las beatas y los beatos del Divino Verbo, que no han de parar de estarse santiguando ante el estado de cosas a las que hemos llegado. Acaso, por qué no, dirán que son cosas del Demonio.

Medio educado como fui en el catecismo de la Iglesia Católica, mi Iglesia, crecí con la idea de que los curas o sacerdotes o párrocos y los prelados en general eran sólo amor y bondad, que su voz era la voz de Dios y que, en efecto, como dice el Evangelio, su verbo era el verbo divino, que sólo destilaba miel, flores hermosas, arcoíris, vuelo de mariposas, canto de pájaros, el sonido de mansas aguas, todo acompañado por un coro de ángeles y arcángeles con sus respectivas liras.

Pero, ¡caaabrón! (perdón, ya me están contagiando), ya vemos que no es así, que han navegado con una careta y que ahora se la empiezan a quitar o de plano se la han quitado. Yo me pregunto: si Dios hizo todo, ¿por qué hizo entonces a los homosexuales y a las lesbianas? ¿Es que acaso no son hijos suyos también? ¿Es que acaso no son dignos de amor y de compasión como todo ser humano?
 
Una cosa es que el tema sea polémico y que esté uno o no de acuerdo, pero otra es que se les discrimine, que se les degrade como seres humanos. ¿Por qué el señor Sandoval Íñiguez no dejó mejor muy en claro la postura de la Iglesia sobre el veredicto de la Suprema Corte, se mostró en desacuerdo y como buen cristiano perdonó (que no había nada que perdonar) a quienes se pronunciaron y a los mismos beneficiarios y les bendijo?

Soy católico (en realidad me gusta, lo he dicho muchas veces, la versión Reina-Valera de la Biblia, la que utilizan los evangélicos, y me atraen muchos los Evangelios Apócrifos, por encima de las llamadas biblias católicas: Latinoamericana, Guadalupana, etc.), considero a la Iglesia católica mi Iglesia y creo en Dios, pero muchas veces, muchas, no estoy de acuerdo con sus llamados representantes en la Tierra.
 
La verdad me entristeció y me decepcionó, una vez más, la postura de la Conferencia del Episcopado Mexicano, es decir, de toda la estructura humana cupular de la Iglesia, que en lugar de corregir a Sandoval Íñiguez lo avaló en todo lo que dijo, sin quitarle una coma. Esos no son ni mis ministros ni mis representantes ni mi Iglesia.
 
Yo no me espanto de nada, pero, señor arzobispo, qué boquita, cuánta blasfemia. Cómo le pido, le ruego a Dios, que es sólo amor, bondad, compasión, misericordia, perdón, que lo perdone a usted y a todos los de la Conferencia del Episcopado y que les haga conciliar el sueño y les purifique la conciencia.

Pero, ¿una mujer pendejeando? Pues sí. Los tiempos cambiaron radicalmente. Lejos está la figura de aquélla mujer cursi a la que decía Agustín Lara que no había que tocar ni con el pétalo de una rosa. Siendo como somos los mexicanos y las mexicanas, es decir, que pervive todavía en alto número un grueso de la población femenil conservadora por no decir que todavía asustada o hipócrita, cabría preguntar: ¿se sienten representadas por la figura de la magistrada Castañeda Palmeros?

En mi pueblo, allá en el sur del estado, de niño escuchaba decir a otras mujeres cuando alguna se expresaba como lo ha hecho la señora magistrada que “tiene boca de excusado”. Qué no sea tanto ahora.

La mera neta (por lo que veo se trata ahora de dejar la formalidad en el uso del lenguaje) yo simpatizo con la “Paquita del Barrio” del Poder Judicial. A darnos duro, magistrada. Si uno es pendejo, pues a decirlo, y nosotros a aceptarlo, ya basta de machismo, es más, tal vez usted es la iluminada que habrá de revivir aquél famoso PUP (Partido Único de Pendejos) que floreció en el siglo pasado allá por los años 60 -70.

Aun más, ya que pasó el proceso electoral y se agotaron toneladas de lodo y de caca de la que se bañaron los políticos y de lo que se dio gusto la prensa reseñando, como que la plaza está floja y hace falta algo que llame la atención y dé los grandes titulares en los medios y en los portales web y proporcione audio e imágenes para la radio y la tele y youtube (youtube, no youtubo) y facebook y twitter y todas las redes sociales.

¡No sé deje Paquita, perdón, magistrada! Pendejée a sus compañeros y más si son ineptos o corruptos o infieles (esto se lo agradecerán sus esposas, júrelo y quien quita y un buen día las ve al lado suyo con pancartas). Miénteles la madre si es preciso, encuérelos pero de encuerar, de bajarles hasta los chones, dé las ocho columnas para los periódicos, conviértase en la nueva sensación del momento que la fanaticada está ávida de nuevos ídolos, patéelos, escúpalos, sea usted la más digna representante de la liberación femenina, un movimiento tan viejo que no acaba de terminar, déjese de cuentos y no sea como las de los famosos “colectivos” feministas que sólo buscan los reflectores y son puro bla, bla, bla! ¡Ánimo! ¡Estoy con usted! ¡Duro! ¡Duro! ¡Duro!

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