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Arturo Reyes Isidoro

Prosa Aprisa

Es la ahora de la unidad, de la inclusión

27/10/2010 08:39 a.m.
La confirmación que hizo ayer la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación del triunfo de Javier Duarte de Ochoa como gobernador del estado debe marcar el inicio de una era en la historia de Veracruz que se signifique por la unidad dentro de la diversidad, que deje atrás el encono personal que ha dividido a los veracruzanos más allá de los límites de la confrontación política.

El 27 de julio pasado, cuando recibió la constancia de mayoría y la validez de la elección del 4 de julio que lo declaró gobernador electo, Duarte significó a todos su compromiso de inclusión y respeto. Es la hora de que lo demuestre. Es la hora de que llame, busque, invite a quienes fueron sus contendientes: Miguel Ángel Yunes Linares y Dante Delgado Rannauro.

Acaba formalmente la contienda política y debe seguir una etapa de diálogo, de conciliación, de negociación, de entendimiento e incluso de consideración respetuosa para quienes desde la oposición deseen, con su disenso, contribuir a la buena marcha de los asuntos del estado.

Cuán deseable sería que tanto Yunes Linares como Delgado Rannauro, políticos en activo e institucionales como son, respetuosos de la ley, que ya pasaron por el Gobierno del Estado, reconocieran públicamente si no su derrota electoral sí el triunfo del priista, todo en aras de contribuir a la unidad que todos los veracruzanos desean, independientemente de sus militancias, ideologías, simpatías o preferencias políticas.

Debe reconocérseles que dieron una gran batalla electoral, que exigieron y obligaron al máximo a su contrincante y que con su participación no sólo animaron la contienda electoral sino que fueron motivo para dejar en claro que en Veracruz no hay, por fortuna, unanimidad política sino una pluralidad enriquecedora reflejo fiel del mosaico de intereses, gustos, preferencias, pensamientos, que es la entidad.

Si hicieran un pronunciamiento público, no significaría que claudican de su lucha ni se desea que así ocurra, ni que cancelen sus aspiraciones, legítimas a todas luces, por las que seguramente seguirán trabajando. Son veracruzanos, políticos valiosos, maduros, con mucha experiencia y mucho que aportar, de quienes se espera que se mantengan vigilantes y señalen, denuncien, todo incumplimiento de los ofrecimientos que se hicieron en campaña o de cualquier situación que atente contra los intereses de Veracruz y de los veracruzanos, pero también que contribuyan apoyando todo lo que de bueno proponga y se proponga realizar el nuevo gobernador.

Pero lo que nuestros políticos deben entender es que los veracruzanos no quieren más confrontación estéril, que desean entrar a una nueva etapa de unidad que no de uniformidad, de democracia verdaderamente participativa e incluyente, de total respeto a las libertades y  donde se valore no el aplauso lisonjero sino el señalamiento constructivo.

La principal responsabilidad es, ya, del gobernador electo. Él debe dar el primer paso. Él debe marcar el rumbo que quiere que siga el estado, que debe ser el de la unidad, el del trabajo, el de igualdad de oportunidades, el del combate a la pobreza y a la discriminación, el de la creación de empleos, el de la seguridad pública, el del trabajo continuado de apoyo a los damnificados por los fenómenos meteorológicos, el de puertas abiertas a todos los presidentes municipales de la filiación que sean pero también a los partidos políticos, el de la conciliación con los adversarios, el del reconocimiento a lo que esté o vaya mal.

Qué bueno que anoche, al recibir en el despacho oficial al gobernador electo, el actual titular del Poder Ejecutivo Fidel Herrera Beltrán ratificó su mejor disposición de comenzar el proceso de trasferencia de los poderes que, dijo, será meticuloso, con el propósito de que la nueva administración no pierda un segundo en el trabajo por venir. Inicia una nueva etapa en la historia de Veracruz. Es de desearse que sea para bien de todos los veracruzanos.

Pero ya con nuevo gobernador, me pregunto si san Rafael Guízar Valencia anticipó a los jerarcas católicos de Xalapa la buena nueva que se iba a dar, porque en su mensaje del domingo, la Arquidiócesis de Xalapa a través de su Oficina de Comunicación Social dio a conocer que se le estaba pidiendo a Guízar Valencia que bendijera “a las nuevas autoridades que asumirán un compromiso trascendental en la historia de Veracruz”.
 
El que ahora sí llegó a Palacio de Gobierno, anoche, fue Gerardo Buganza Salmerón. El ex panista estuvo entre el séquito que acompañó al gobernador electo Javier Duarte de Ochoa en la primera visita oficial, de cortesía, que hizo a Fidel Herrera Beltrán en su despacho.
 
Duarte llegó con quienes se menciona formarán parte de su gobierno: Erick Lagos, Adolfo Mota, Edgar Spinoso y Buganza, pero el empresario cordobés mantenía distancia. Fue el propio Fidel Herrera quien destacó su presencia al tiempo que le decía: “Ya ves, ya llegaste a Palacio”. “Sí, sí, ya llegué”, respondió el ex aspirante a la gubernatura y acto seguido fue objeto de aplausos cuando también el ejecutivo estatal resaltó que llevaba una corbata roja que resaltaba ante el traje azul marino y la camisa blanca que vestía. Pero el mismo Buganza se notó animado tanto que en un momento dado pidió al propio Duarte que sonriera porque se veía serio cuando le estaban tomando una fotografía junto a la bandera nacional y a Fidel Herrera.
 
Como era de esperarse, el nuevo gobernador también recibió aplausos de los empleados del despacho del Ejecutivo cuando asomó y atravesó el pasillo proveniente del elevador hacia donde será su nueva oficina.
 
Un pequeño gran detalle que tuvo Fidel Herrera Beltrán con quien lo sustituirá fue que le cedió el paso para que apareciera primero en el balcón que da al parque Juárez y posara solo ante los fotógrafos que estaban abajo. Luego lo acompañó.
 
Otros políticos que acompañaron a Duarte en el despacho oficial fueron los alcaldes electos de Poza Rica, Boca del Río y Córdoba, Alfredo Gándara Andrade, Salvador Manzur y Francisco Portilla Bonilla, respectivamente. La ceremonia fue breve.
 
 

 

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