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Arturo Reyes Isidoro

Prosa Aprisa

El testimonio de Maquiavelo

21/11/2010 09:17 p.m.

Un texto bastante revelador de la relación que mantuvo el gobernador Fidel Herrera Beltrán con la prensa veracruzana se publicó el viernes en la columna “Se dice que…” del diario Imagen de Veracruz¸ columna que aparece firmada con el seudónimo de Maquiavelo, alter ego del director de tan importante medio periodista José Pablo Robles Martínez “Pepe”, según es del dominio público. Con el encabezado “El pacto con Fidel”, el contenido del texto es el siguiente:
“Hace exactamente seis años que se hizo un pacto con el entonces gobernador electo Fidel Herrera Beltrán. Un acuerdo que se respeta en todos sus capítulos de manera íntegra.

La relación entre un periodista y el gobernante por su propia naturaleza del oficio es complicada y reservada.
Se concertó desde un principio un trato noticioso objetivo más no servil. Se ejerció la crítica sin ofensas. Es justo reconocer que durante los seis años de su gobierno Fidel Herrera Beltrán nunca habló para quejarse de una nota publicada o mostrar algún resentimiento con el trabajo de un reportero.

Se sabía por otros conductos que el señor Gobernador estaba no sólo molesto sino bien encabronado. Es justo admitir y aceptar que se dieron a conocer noticias nada favorables, contrarias y antagonistas a la administración estatal. No hubo hacia el director general de este medio impreso el menor reproche.

Siempre existió de parte del político cuenqueño un respeto absoluto a la libertad de expresión.
El gobernante veracruzano reconoció e hizo valer la importancia de un periodismo independiente en un país oprimido en todos los órdenes.

La ingratitud es hija de la soberbia.
Se le dijo en varias ocasiones que la amistad del periodista con el político en funciones por lo general es interesada, por lo tanto, lo conveniente era mantener una sana distancia. Pero también se le reiteró que en el momento en que dejara el poder habría algo más que una hermandad.

En todo acuerdo hay dos caminos y si se cumple el de aquí para allá, se debe consumar el de allá para acá.
 A menudo, entre los motivos de acción, hay uno más poderoso que los demás; es el que no se dice.
Resulta penoso en estos días últimos del gobierno de Fidel Herrera la facilidad que tienen los hombres para olvidar los beneficios recibidos sino que llegan a odiar a quien se los hizo.”

Sin duda resulta un testimonio de un gran valor tanto por quién lo dice como por la oportunidad con la que lo dice, en fecha de fin de sexenio (la que comienza hoy es la última semana completa de la administración 2004-2010) en la que –he reiterado aquí– asoma la ingratitud y, en efecto, como dice Maquiavelo se olvidan los beneficios recibidos, algo nada raro en un medio como el nuestro pero en el que también existen excepciones como la del propio Pepe Robles, que encaja perfectamente en el dicho de que honrar honra.

Como colaborador que he sido de Fidel Herrera Beltrán en el área de prensa, por lo menos por lo que a mí me consta, jamás el gobernador ordenó ninguna persecución contra ningún periodista si bien, como apunta Maquiavelo, a veces supe que estaba molesto y en desacuerdo por algo publicado, pero nunca le ganó la tentación de reprimir de ninguna forma a ningún compañero, como tristemente sucedió alguna vez en el pasado en especial con un gobierno del estado.

Reporteras del área a mi cargo que durante seis años han seguido y han estado sin falta alguna donde está el gobernador, me han platicado cómo a veces alguna o algunas preguntas lo han incomodado y cómo ha respondido no de la forma más acertada, pero apenas han pasado algunos minutos ha reaccionado, se ha dado cuenta de su error y ha buscado de inmediato al reportero o a la reportera para hacerle las aclaraciones, las correcciones o las declaraciones pertinentes, de la forma más amistosa posible, lo que ha sido muy saludable para la vida pública de Veracruz y para la relación prensa-gobierno.

No creo equivocarme si afirmo que durante el sexenio que termina en ocho días no habló con el gobernador Fidel Herrera el reportero, el columnista, el periodista que no quiso. En los 40 años que tengo de ejercer el periodismo en medios y en el gobierno, nunca antes hubo tanta cercanía entre la prensa y el gobernante que cuando fue sometido a verdadera metralla mediática reaccionó buscando cómo defenderse, tratando de aclarar o neutralizar los obuses en su contra haciendo declaraciones, apoyándose en documentos, en testimonios o con información sobre el tema, pero nunca haciendo advertencias o lanzando amenazas contra el periodista, y eso es justo decirlo ahora.

En el peor de los casos –y creo que eso es lo peor que hizo–, por testimonios de mis propios compañeros y amigos de los medios, se que alguna vez que tuvo algún encuentro ocasional u obligado con periodistas críticos con su gobierno, los saludó de manera fría o distante, pero hasta ahí, pero no hubo nunca reproche o reclamo personal ni grosería alguna y fue atento y no dejó nunca a nadie con la mano en el aire.

Por su manera de ser, político como es, casi estoy seguro que ya fuera del gobierno, en la frialdad que da no tener el poder, con el paso del tiempo, buscará aclarar lo que sea necesario con quienes han sido críticos contra él y recompondrá de la mejor manera su relación.

Y en otro orden de cosas, porque conozco de las injusticias del partido en el gobierno y de sus hombres, que son candil de la calle y oscuridad de su casa cuando hablan en sus discursos de justicia social, de verdad cuánto gusto me ha dado saber que el ex presidente estatal del PRI diputado Jorge Carvallo Delfín, ahora presidente de la Junta de Coordinación Política de la LXII Legislatura, decidió llamar a colaborar con él en el Congreso local a antiguos y muchos ya viejos trabajadores, muchos muy humildes y modestos, a los que conoció a su paso por la sede tricolor, hombres y mujeres que muchos políticos han utilizado como trampolín para llegar al poder y que ya cuando han estado en éste se han olvidado de ellos para siempre. Mis respetos y mi reconocimiento maestro Carvallo.


 


 


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