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Arturo Reyes Isidoro

Prosa Aprisa

​Tres tristes tigres

29/08/2019 09:00 a.m.

A ver, a ver, a ver. En política un gobernador solo obedece instrucciones del presidente y de nadie más. Así lo ordenan las reglas no escritas del poder político.


No está por abajo ni al mismo nivel de ningún secretario, coordinador, director o subdirector del gobierno federal. Estos son empleados, designados; el gobernador tiene la legitimidad de su pueblo, el que lo eligió.


El gobernador es autoridad. Dispone, ordena. Los secretarios y demás obedecen y actúan; son subalternos.


Por eso me llamó la atención que se manejara ayer una foto en las redes sociales que muestran al gobernador Cuitláhuac García Jiménez, al secretario de Gobierno Eric Cisneros Burgos y al secretario de Seguridad Pública Hugo Gutiérrez Maldonado en Palacio Nacional.


El propio gobernante tuiteó a las 7:23 de la mañana que se encontraba reunido con la mesa de seguridad, encabezada por el secretario de Seguridad Pública federal, Alfonso Durazo, “analizando todos los elementos sobre el caso” (de Coatzacoalcos, obviamente).


En la foto, los tres tristes tigres dan aspecto de niños malcriados, que se han portado mal y que saben que los han llamado para jalarles las orejas.


Quiero suponer que se guardaron las formas políticas y que no fue el secretario Durazo quien lo llamó sino el mismísimo presidente quien le ordenó al gober que fuera a reunirse con el jefe de seguridad nacional.


Mal. Grave. El hecho confirma la preocupación de López Obrador por lo que sucede en Veracruz, que ya no confía en la autoridad local ni ve que pueda resolver el problema de violencia e inseguridad, por lo que decide tomar el asunto en sus manos.


Apenas horas antes en el puerto de Veracruz se había informado que habían decidido partir en dos al Estado con sus respectivos mandos únicos “para bajar los niveles de inseguridad”.

Los hechos ocurridos horas más tarde en Coatzacoalcos, con 26 víctimas fatales que podrían aumentar, hizo volar por los aires esa estrategia.


Así, ayer nos desayunamos con la noticia de que desde la capital del país van a coordinar la estrategia de seguridad de Veracruz bajo la supervisión del secretario Durazo. No mandan un comisionado. Lo imponen pero va a operar desde el altiplano. Rotundo fracaso de la política de seguridad pública (si es que la habido) del gobierno del Estado.


En abril una visita del presidente a Antón Lizardo (Alvarado) y al puerto de Veracruz lo agarró con otra masacre: la de Minatitlán que dejó 14 muertos, que lo obligó a ir a esa ciudad para tratar de tranquilizar a la población.

Ahora, de nuevo, la visita que realizará el viernes a Papantla lo agarra con otra masacre, la de Coatzacoalcos, con un saldo alarmante: 28 personas muertas. ¿Modificará su agenda para viajar al sur otra vez?


Será interesante escuchar qué dice, si acepta que se equivocó porque le informaron mal y le echó la culpa de la liberación del presunto autor material al fiscal estatal, al que pidió investigar, y si corrige y pide ahora que se investigue al fiscal de la nación porque fue la autoridad federal la que lo dejó ir.


Por conveniencia política, López Obrador está obligado a sostener al gobernador por lo menos hasta noviembre de 2020, por lo que sería aventurado pensar que va a venir a descalificarlo públicamente. Si no lo vitorea como había venido haciendo no lo va a tratar mal. Pero, sin duda, la relación ya no es la misma.  


Qué tristeza que Veracruz solo sea nota negativa. Peor, que la información de la masacre le dio la vuelta al mundo. En Reforma una foto fue de la agencia china Xinhua, El País de España informó a todo el mundo de habla española con gran despliegue, el The New York Times nos proyectó a todo el mundo de habla inglesa, y Al-Jazeera a todo el mundo árabe, donde creíamos que tenían el monopolio de la violencia.


Así como se lo pidió a la prensa veracruzana, la secretaria de Turismo Xóchitl Arbesú ¿le pedirá a esos medios, a la prensa internacional, que ayuden al gobierno de Veracruz a reducir la percepción de inseguridad con el reguero de cadáveres que tiene horrorizado al sur del Estado?


¿Alguien piensa que con esas cartas de presentación, las de las masacres de Minatitlán y Coatzacoalcos más los primeros lugares que ocupa Veracruz en secuestros y feminicidios se mueran por venir al Estado los inversionistas?, ¿los “millones” de turistas que le gusta mencionar a la señora Arbesú al hacer sus cuentas alegres?


Lamentable lo que pasa con nuestras autoridades que no tienen quién les informe bien, que no lleven un registro puntual de acciones y omisiones de la autoridad ministerial con la que tienen un pleito casado, para saber qué ha hecho y no, para que no hagan el ridículo como el de ayer cuando trataron de culparla de lo sucedido, como siempre, cuando que el responsable era la fiscalía pero federal.

Si ni siquiera cuidan bien a su enemigo político para saber con certeza por dónde pegarle y debilitarlo, un enemigo pequeño al lado de todo el aparato de fuerza y poder que tienen, menos van a poder con grupos delincuenciales poderosos, bien organizados, con poder económico y bien armados.


¿Alguien duda en Veracruz que todos los cuerpos policiacos están rebasados por la delincuencia? ¿Alguien duda que la situación está fuera de control? ¿Para qué han servido y sirven las famosas mesas de seguridad que se vienen celebrando en diversos puntos del Estado? ¿Alguien cree de veras que han disminuido los índices delictivos? ¿No que con la llegada al Estado de la Guardia Nacional todo iba a cambiar?


El reto es grande y complejo pero lo único que les interesa a las autoridades estatales es estarse peleando con el fiscal, e incluso embarcan al presidente cuando le informan mal. 


Ayer, pues, desde el Palacio Nacional diseñaron la estrategia a seguir. Ya no esperaron más. El tache presidencial se confirmó. Para los veracruzanos al menos hay la esperanza de que una vez que el control lo han tomado en el altiplano ahora sí veamos resultados que nos ayuden a vislumbrar un mejor futuro de seguridad que nos dé paz y tranquilidad.


Lectores, un compromiso personal me obliga a salir de la ciudad. Mañana no aparecerá “Prosa aprisa”. Nos encontramos el lunes. 



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