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Arturo Reyes Isidoro

Prosa Aprisa

​Nuestros migrantes, otra crisis

17/03/2020 08:41 a.m.

Son tantos los problemas que nos agobian que solo quienes tienen familiares migrantes, en su mayoría indocumentados, trabajando en Estados Unidos saben que se avecina uno más que puede resultar de graves consecuencias.


El viernes pasado el presidente Donald Trump declaró emergencia nacional por el coronavirus lo que desató la alarma entre la población norteamericana que ese mismo día prácticamente asaltó los centros comerciales para abastecerse de todo lo que pudieran.


A partir de entonces comenzó lo que puede convertirse en un verdadero calvario para los nuestros, si no es que ya lo empezaron a vivir, al grado que muchos llamaron desesperados a sus familiares para decir que no tenían que comer y ni siquiera papel sanitario.


Hablo de ejemplos de Xalapa, de personas que conozco pero que seguramente reflejan la generalidad de los trabajadores migrantes de todo el estado e incluso del país.


Los nuestros no tienen el poder adquisitivo de los gringos ni las facilidades para, por ejemplo, abandonar sus trabajos para ir cuanto antes a abastecerse de básicos para su subsistencia en un país donde están totalmente en desventaja.


De modo que cuando salieron de trabajar y fueron a tratar de surtirse de lo indispensable se encontraron con los anaqueles vacíos, y ellos no tienen recursos para tener una bodega llena en casa, surtida, van al día, de tal forma que de pronto se vieron ante un grave riesgo: el de pasar hambre.


Una vecina mía, con lágrimas en los ojos, nos narró que acababa de hablar con un hijo suyo quien le había expuesto la situación, pero luego fueron más los casos de los que me enteré e incluso de su posibilidad de regresarse si aquello se volvía imposible para ellos.


Con otra más: muchos dijeron que estaban cerrando empresas, negocios y que se habían quedado sin trabajo, esto es, sin ingresos, sin medios de subsistencia; en unos estados más que en otros, y según el tipo de empleos que tenían.


Adicionalmente, tienen el problema de que allá cerraron de inmediato las escuelas y sus hijos ya no tienen clases.


La emergencia nacional en el vecino país apenas ha comenzado y se estima que será prolongada por lo que necesariamente se caerán las remesas económicas que hacían llegar a sus familiares en México (y en Veracruz) con la posibilidad latente de que miles emigren de regreso.


Ayer el presidente Trump dijo que la pandemia en su país podría terminar en julio o hasta agosto, dentro de cinco meses, pero también admitió que Estados Unidos podría estar dirigiéndose a una recesión económica por el coronavirus, o sea, muy malas noticias para nuestros migrantes.


Los problemas propios del país ocupan toda la atención porque se viven y padecen en forma directa y eso hace a que hasta ahora ninguna autoridad haya reparado en el problema de esos otros mexicanos y veracruzanos que si vuelven en forma masiva presionarán la economía nacional.


Impensable que el gobierno de Cuitláhuac García Jiménez, para el caso de Veracruz, intente medidas de rescate para los miles y miles de veracruzanos que se han quedado sin empleo en el país del norte y tienen problemas para su subsistencia, quienes, me atrevo a pensar, no dudarían en regresarse de inmediato si les facilitaran un medio de transporte.


En marzo de 2010, hace diez años, Fidel Herrera Beltrán, aunque con un trasfondo político propagandístico y futurista porque ese año vencía su mandato y aspiraba a ser candidato presidencial del PRI, intentó un rescate-retorno de veracruzanos que habían emigrado al norte en busca de trabajo, que por alguna razón no habían podido pasar a los Estados Unidos y se habían quedado a vivir en Ciudad Juárez, Chihuahua. El motivo era la violencia que había aumentado en aquella ciudad. 


“Juarochos” los bautizó e informó el 15 de marzo de aquel año que tenían detectados 400 mil viviendo en Ciudad Juárez y que con una inversión de 50 millones de pesos, 25 de ellos de recursos federales, se les repatriaría a su patria chica. Y sí, envió aviones chárter, y para julio de ese año se habían realizado ya diez viajes.


Fidel no solo les ofreció repatriarlos sino que además les prometió un trabajo digno, bien remunerado, así como viviendas. Al final aquello terminó en un verdadero fracaso, casi a nadie le cumplió y poco a poco los “juarochos” se fueron regresando al norte donde muchos habían dejado familia procreada ya allá y que no había querido venir a Veracruz.


Digo que es impensable que Cuitláhuac intentara algo parecido con los nuestros en Estados Unidos, pero daría el gran campanazo si de pronto gestionara ante su padrino López Obrador que le prestara el avión presidencial para traer de regreso a todos los desesperados veracruzanos que se quedaron sin empleo y a los que se les dificulta conseguir alimentos.


Lo otro sería que si el presidente ofreció el 11 de junio de 2019 crear 80 mil empleos para migrantes centroamericanos, anunciara algo igual para los migrantes veracruzanos de regreso, aunque se ve como otro imposible porque el gobierno estatal no solo no ha podido crear un solo empleo sino que ha dejado cesante a cientos o miles.


Por los testimonios directos que he escuchado, pienso que si la emergencia en Estados Unidos fuerza al cierre de fuentes de trabajo, sin ayuda oficial los nuestros se verán forzados a retornar y van a agravar la crisis del desempleo con lo que todo ello conlleva.


Cuitláhuac se aplica por coronavirus


Me asalta la duda. ¿Por qué solo en la zona conurbada Veracruz-Boca del Río-Medellín así como en Alvarado suspenden las clases a partir de este martes?


¿Porque tienen puerto y aeropuerto en el área y temen que les llegue por mar o por aire más pronto que al resto de los municipios? ¿O porque ya tienen casos confirmados? Es cierto, se dijo que como medida preventiva ante casos sospechosos. Las autoridades no deben dejar de mantenernos informados. Ayer en el puerto como por arte de magia sus calles se vaciaron y la ciudad lucía semivacía.


Bien que el gobernador Cuitláhuac García ya se haya puesto al frente de las medidas preventivas y ahora debe vigilar que el secretario de Salud Roberto Ramos Alor mantenga bien informada a la población sin ocultar ninguna información por muy cruda que sea, para que todos actuemos en consecuencia.​​


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