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Arturo Reyes Isidoro

Prosa Aprisa

La visión de un periodista que triunfa en Europa: Xalapa está hecha un desmadre

02/06/2011 09:50 p.m.
Hay épocas del año, días, en que el clima de Xalapa es muy europeo, o por lo menos a mí eso me parece. Como ayer cuando a las siete de la mañana estábamos a 12 grados, con el cielo totalmente despejado pero con un aire frío,  aunque  en el horizonte, en lo alto, despuntaban entre amarillo y rojo los rayos del sol.
 
Dos horas después, a las nueve de la mañana empezaba a calentar ligeramente el día y si uno caminaba, como en mi caso, podría optar entre ir por donde empezaba a pegar el sol y sentir una tibia temperatura, o pasarse a la sombra y entonces sentir el frío ligero y disfrutar el aire fresco que es envidia de quienes viven, por ejemplo, en la costa y que por algún motivo nos visitan. Los jarochos del puerto de Veracruz dicen que aquí tenemos clima artificial (fresco, frío) hasta en las calles. A veces incluso casi llegamos a los extremos de Europa cuando hace frío y sale el sol pero no calienta. 

Eso es lo bello de la capital del estado, que no se merece la situación que estamos viviendo por quién sabe qué motivos por parte de las autoridades municipales. Entre mis locuras, por las noches asisto a tomar clases de baile, de salsa, y cuando termino caminó calles de la ciudad.
 
Estoy verdaderamente impresionado por el descuido que hay de los servicios públicos por todos los rumbos de la otrora bella Atenas Veracruzana. Anoche bajé toda la avenida 20 de Noviembre Oriente, de la esquina de la calle Lucio hacia el rumbo de La Piedad, y a ratos sentí hasta temor porque no hay alumbrado público ya que están fundidas las lámparas y, por ejemplo, frente al convento de las Capuchinas o metros abajo en la acera contigua al antiguo panteón los tramos está convertidos en verdaderas bocas de lobo por la oscuridad total que reina, que Dios quiera que no vayan a violar o a violentar cualquier noche de estas a alguna jovencita o a alguna señora, pero la avenida en general está muy mal alumbrada y la sorpresa es que otra calle muy transitada, Independencia, está peor: totalmente a oscuras, y ya no hablemos de la basura en las calles.

Miguel Molina publicó ayer en el portal www.alcalorpolítico.com y en el bisemanario Punto y Aparte su columna “Diario de un reportero”, a cuyo texto puso como título: “Los xalapeños estamos solos”. En él resumió la situación: “La capital de Veracruz está hecha un desmadre”.
 
Para quienes no saben quién es Miguel Molina les comentó que es un periodista y escritor nacido en Misantla pero que vivió un buen tiempo en Xalapa hasta que emigró para, finalmente, ir a parar a Londres, Inglaterra, donde triunfó en una de las plazas más exigentes por cuanto hace al ejercicio periodístico, en la mismísima BBC de Londres, con muy altos parámetros profesionales, éticos, apegados a la verdad e independientes, desde donde, cuando tiene tiempo y puede, regresa a Xalapa y de la que, de todos modos, a través de la internet está pendiente de su vida diaria.

Por eso su testimonio resulta relevante, porque su mirada es la de quien sí sabe lo que es vivir en una ciudad ordenada, bien gobernada, bien administrada, con servicios públicos de primera; porque a él no lo puede acusar nadie de que su crítica, sus señalamientos, sean parte de una campaña interesada; porque su mirada es la de quien nos ve desde fuera, a la distancia, pero a la vez de quien puede hacer comparaciones porque conoce muy bien la ciudad ya que la vivió en  tiempos mejores.

Por eso escribe: “Parece que eso cambió. Uno lee los periódicos y se da cuenta de que la ciudad ya no es de nadie, y lo comprueba cada vez que viaja a Xalapa. La capital de Veracruz está hecha un desmadre”.
 
Señala que lo que más se nota es la permanente presencia de puestos que venden en calles y parques todo lo que se podría ofrecer en mercados y tianguis organizados, “y violentan leyes y reglamentos”.
 
Agrega: “Y ese comercio desparramado contribuye a contaminar el ambiente con olores, basura y ruido sin que nadie haga nada. La realidad refuta cualquier boletín, cualquier declaración y tal vez hasta cualquier plan de las autoridades para resolver este problema”.

Apunta: “Si uno se pregunta quién puede disputarles a los puesteros su derecho a hacer lo que quieran, tiene que responderse que nadie. Todos tienen el ejemplo de las grandes empresas que abren tiendas prácticamente donde quieren, prácticamente como quieren, y prácticamente cuando quieren, y uno sabe que los líderes de organizaciones de ambulantes no son mejores que los gerentes de las grandes empresas”.

Es contundente cuando afirma: “Los olores, la basura y el ruido que contaminan a Xalapa (y que igual se encuentran en ciudades mayores y menores) son también consecuencia de la inutilidad de las autoridades para aplicar las leyes ambientales, aunque hay quien se consuela pensando que esa omisión incluye a todos: puestos, changarros, tiendas y supermercados…”

Brinca a otro problema: “Uno sigue leyendo la prensa y recordando experiencias propias y conversaciones ajenas, y sin querer se ve envuelto en el serio problema del tránsito. Las calles xalapeñas, en mayor parte trazadas para carretas y en el mejor de los casos los vehículos que había hace medio siglo, están llenas de carros y camiones que no van a ninguna parte y encima van despacio.
 
Muchos se limitan a culpar a las autoridades de tránsito, que en verdad son corruptas, y sin duda son responsables de los caos viales que conocemos. (Uno recuerda especialmente el caso de la terminal de Autotransportes Banderilla, de las protestas de los vecinos de esa zona, y de las declaraciones desinformadas o maliciosas de las autoridades de tránsito, que aseguraban que no habría ningún problema por la entrada y salida constante de camiones.)
 
Pero uno sabe que el problema vial tiene soluciones prácticas, aunque no sean populares. Las autoridades no se han dado cuenta de que el malestar por cambios de circulación es menor que el malestar por la imposibilidad de ir a ningún lado, y prefieren no hacer nada.
 
Como al parecer no hay nadie que pueda organizar un sistema de transporte colectivo que funcione, lo que tiene Xalapa es lo que todos vemos”.

El brillante e inteligente periodista mexicano y veracruzano no para: “Pocos son los que fomentan la idea de que uno puede vivir una existencia cómodamente peatonal y ordenada, como pasa en otras partes del mundo.
 
Y uno, que es xalapeño en más de un modo, se pregunta si así se va a promover la ciudad como destino turístico. Nadie quiere pasar sus vacaciones en una ciudad cuyas calles se han convertido en pasillos virtuales de una tienda que pronto será tan grande como la mancha urbana misma. Nadie viaja para ver pescados muertos en lagos de aguas contaminadas.
 
Nadie va a ninguna parte para perder una hora sentado en un vehículo que no se mueve, para pagar multas inventadas, para sentir que todo ha sido en vano”.

Con la agudeza que lo caracteriza remata: “Y uno piensa que tal vez se necesita otra Elizabeth Morales que llame a cuentas a la Elizabeth Morales que despacha en palacio municipal, porque parece que los xalapeños –dondequiera que estemos– nos estamos quedando solos”. Qué más se puede agregar.

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