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Arturo Reyes Isidoro

Prosa Aprisa

Duarte: no más ocurrencias en obras públicas

16/08/2011 09:40 a.m.

¿Acaso el 10 de agosto tenía una significación especial para el gobernador Javier Duarte de Ochoa? ¿Por qué fue esa noche y no otra fecha cuando decidió dar su mensaje por radio y televisión a todo el estado en contra de la delincuencia organizada? ¿Por qué a esa hora y de esa forma y no, por ejemplo, esperar a la mañana siguiente para dar una conferencia de prensa y leer su mensaje ante toda la prensa escrita y gráfica con todos los reflectores encima? “No se sabe bien a bien qué lo empujó a su mensaje de anoche”, publiqué el jueves pasado horas después del valiente, realista, clarificador, directo, mensaje, como también lo califiqué por su contenido (ya no se anduvo con rodeos ni le dio vueltas para aceptar lo que solamente las autoridades se habían negado a aceptar: el clima que se vive en la entidad de drogas, temor, extorsiones, amenazas, secuestros y lo que todo mundo comenta: que se están llevando a jóvenes).

¿Es que ese miércoles algo lo hizo encabronar muy temprano y por eso actuó como actuó?Porque ese mismo miércoles 10 de agosto, horas antes de ese histórico mensaje, en Boca del Río, en reunión con integrantes del Consejo Empresarial Veracruzano, A. C. (CEVAC),  a cuyo Consejo Directivo le tomó protesta, se pronunció también en forma inusual, en palabras que bien se podrían entender como una crítica directa, dura y severa al gobierno que le antecedió, al abordarse el tema de la obra pública.

Ante la inquietud de los empresarios por la falta de obras o el retraso de su construcción, el Ejecutivo trató de dar una explicación-justificación. Mencionó que su administración no trataba de arrancar en el tercer cuatrimestre del año sino que había estado haciendo todo lo posible por poder haber iniciado desde el primer día de su gobierno, pero para ello, para poder tener un crecimiento sostenido, tenían que hacerse las cosas correctamente “e ir más allá del discurso, hacer las cosas en los hechos”.

Argumentó que lo primero que tenía que hacerse, desde su punto de vista, era lo que se está haciendo: poner “orden en la casa”, estabilizar la economía del estado, evitar que el gasto sea mayor que los ingresos, transparentar los procesos públicos, “verdaderamente hacer un plan acerca de las obras que impacten en la vida de los veracruzanos, y no por muy buenas y brillantes ideas que se nos ocurran hacerlas y luego ver distribuidores viales sin coches y que costaron una millonada, colectores pluviales que verdaderamente colecten la lluvia y el agua y no que propicien inundaciones. Obras que sirvan al pueblo veracruzano y que se inviertan correctamente esos recursos”.

Dijo sentirse orgullosamente veracruzano y que quiere seguir viviendo en el estado con su familia. “Por ello quiero hacer un buen trabajo, quiero hacer una buena administración, quiero hacer bien las cosas, como se deben de hacer”.

Aludió entonces al esfuerzo que, resaltó, se está haciendo “y creo que se ha visto en relación al orden con el que se deben de realizar los procesos públicos, la reducción del gasto;  en lo que va de mi administración, siete meses y contando, llevamos suprimidos ya 17 organismos públicos descentralizados que duplicaban funciones”.

Abundó que se hacen esfuerzos por abatir el gasto corriente “sin menoscabo de ninguno de los programas sociales públicos que impacten en la vida de los veracruzanos y, evidentemente, el tema de la obra pública es uno de los temas fundamentales”.

Dijo lo obvio: que para hacer obra pública se deben tener los recursos y saber dónde invertirlos, y volvió a la cargada: “Se acabaron los tiempos en donde un constructor iniciaba una obra financiada por él mismo, sin contrato, sin ningún respaldo y que luego tendríamos que regularizarla y hacer lo propio. Ese es el orden al que yo me refiero, esa es la manera que nosotros percibimos de ejercer la administración pública”.

Por lo que dijo, se entendería entonces que hubo obras sólo en el discurso –“ir más allá del discurso, hacer las cosas en los hechos”–, que  halló la casa en desorden, con una economía inestable, con un gasto mayor que los ingresos y con procesos públicos no transparentes, pero fue más lejos cuando habló de que se hicieron obras por ocurrencias para “luego ver distribuidores viales sin coches y que costaron una millonada”, o cuando planteó “colectores pluviales que verdaderamente colecten la lluvia y el agua y no que propicien inundaciones”.

¿A qué o a quién se refirió? ¿Para quién era la directa indirecta? ¿Quién creó organismos públicos que duplicaban funciones y que ahora el actual gobierno ha tenido que suprimir? Para responder habría que recordar que la actual Contraloría General del Estado ventiló desde el inicio de la nueva administración las irregularidades que halló en la construcción de obras como la asignación de trabajos sin contrato alguno ni licitación previa y la forma en que funcionaban las constructoras. Hasta la fecha el proceso de investigación y de regularización continúa, aunque no se ha querido señalar a responsable alguno.

Al inicio de año, cuando señalé aquí que se daría un radical giro a las expresiones del gobierno anterior –que se eliminaría el color rojo, que no habría más reparto indiscriminado de dinero a todo el que pidiera, que se acabaría ese mal entendido acercamiento con la gente, etcétera–, hablé de rompimiento.

Ha habido mucha polémica desde entonces en torno al tema, que si lo hay o no, que si se ven o no, que si se encuentran, que si se entienden. Todo indica que no lo hay declaradamente y que se han cuidado las formas y que al antecesor se le trata con respeto, pero nada más, me han llegado a decir, pero sin ninguna consideración y menos sin permitirle ninguna injerencia. En los hechos, sí lo hay. “El que gobierna es Javier Duarte de Ochoa. Él y nadie más”, se me ha dicho. Y no lo dudo.

Acaso ese respeto motive que, hasta ahora, no se vaya más allá de las críticas y reprobaciones como las que se hicieron en la reunión con los empresarios. Se sabe, sin embargo, que se tienen documentadas, y que se siguen documentando, todas las irregularidades que se encontraron y que involucrarían a muchos ex funcionarios. Quién sabe qué motivo, pretexto o causa se esperará para ir más allá, para actuar, para proceder. Quién sabe, todavía, qué tanto habremos de ver. Mientras, muchos no debieran dormir tranquilos.

¿Hará Javier Duarte de Ochoa de su lenguaje, de la forma en que se expresó el miércoles pasado, la característica o una de las características de su gobierno?

 


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